Estrellas y estrellados: los protagonistas empresariales de 2021
En esta última entrega del mercado amigo de 2021, hacemos un breve repaso a los grandes protagonistas empresariales de este año que se acaba. Algunos porque han sido las grandes estrellas y otros porque se han estrellado, pero este ejercicio tan ajetreado no habría sido lo mismo sin ellos.
Pablo Isla, el deseado
La gran campanada de 2021 ha sido la salida de Pablo Isla como presidente de Inditex y su sustitución por Marta Ortega, la hija del fundador. Sea porque le quisieron imponer como consejero delegado al abogado del Estado Óscar Maceiras, protegido de Marta, en vez de su escudero Carlos Crespo, sea porque él pidió salir en vista de que la familia quería aumentar su poder, el caso es que comienza una nueva era para la mayor empresa española; 2022 se presenta decisivo para comprobar si la heredera está a la altura. Y también para el propio Isla, cuyo destino es el secreto mejor guardado de las altas finanzas españolas. Los lugares más probables son BBVA, si queda descabezado por culpa de Villarejo o de Turquía, o Iberdrola, también por sus cuitas judiciales o por el deseo anunciado públicamente de Ignacio Sánchez Galán de retirarse. Sin descartar Telefónica; por si acaso, Pallete ha empezado a blindarse.
Francisco González, el acusado
Hablando de BBVA, el año 2021 ha supuesto un avance decisivo para la investigación en la Audiencia Nacional de la ‘operación trampa’, como bautizó el ínclito José Manuel Villarejo a sus operaciones para espiar presuntamente a políticos, empresarios y periodistas para el banco. Ya no está solo Antonio Béjar, el exdirector de riesgos que se atrevió a inculpar a FG -lo que le costó el puesto de presidente de Distrito Castellana Norte-. Ahora se han sumado Julio Corrochano, el principal imputado por ser quien contrató directamente al excomisario, y el anterior número dos del banco, Ángel Cano. Los dos han señalado inequívocamente a González como el responsable de la decisión de solicitar los servicios de Cenyt. Parece casi imposible que se libre del banquillo. Pero ahí no acaban los problemas del banco, porque el juez y la Fiscalía le acusan de obstruir la investigación y de encubrir los hechos. Ha tenido que declarar su director de comunicación y la gran duda para 2022 es si la Audiencia también imputará al actual presidente, Carlos Torres, porque no se cree que el dircom actuara sin su conocimiento (o sus órdenes).
Onur Genç, el temerario
Sin salir de BBVA, merece una mención especial su consejero delegado, el turco Onur Genç. Ha tomado las riendas del banco ante la inacción de Torres (se dice que por sus cuitas judiciales) y ha tomado una de las decisiones más arriesgadas de la historia de la entidad: utilizar los ingresos de la venta de su negocio en EEUU -algo también muy cuestionable, puesto que el Santander lo considera estratégico-para doblar su apuesta en Turquía comprando el 50% de Garanti que no controla, en medio del desplome a mínimos históricos de la lira, que ya le ha costado grandes pérdidas, y de una inflación galopante. Sin olvidarnos del riesgo político del régimen autoritario de Erdogan, a la sazón amigo de Genç. Con esto, aumenta enormemente el peso de los emergentes en la cuenta de resultados, cosa que no le gusta nada al BCE. Además, ha descartado retomar las conversaciones con Sabadell tras el fracaso de 2020, algo a lo que Torres se había mostrado dispuesto.
César González-Bueno, el indultado
Tras la ruptura de las conversaciones con BBVA, Josep Oliu sacrificó en el altar del BCE a su histórico consejero delegado, Jaume Guardiola (curiosamente, ex BBVA) y a su reputado director financiero, Tomás Varela, para sustituirlos por César González-Bueno (quien trajo ING a España) y Leopoldo Alvear (Bankia), y el presidente salvó su puesto. Sin una fusión en el horizonte, González-Bueno ha diseñado un plan estratégico -incluyendo un ERE de 1.400 empleados y la entrada en beneficios de TSB- que le ha permitido ganar dos años de vidilla en solitario. Veremos qué pasa después.
Ignacio Sánchez Galán, el rebelde
Volviendo al caso Villarejo, el presidente de Iberdrola también está imputado y tendrá que declarar en la Audiencia el 18 de enero. Una imputación que le ha impedido adquirir una eléctrica en Nuevo México por 8.000 millones, nada menos. Pero Galán también ha sido uno de los grandes protagonistas del año por liderar la rebelión de las eléctricas contra el Gobierno por el famoso hachazo a las renovables y la nuclear que quería imponer para, téoricamente, frenar el desbocado precio de la luz. Fue el único que se atrevió a levantar la voz. Y se salió con la suya, puesto que Teresa Ribera, que no sabe por dónde sopla el aire en el mundo energético, tuvo que dar marcha atrás ante el destrozo que iba a provocar. Además, Galán ha reforzado sus órganos de Gobierno con el socialista Antonio Miguel Carmona y la popular Isabel García Tejerina. Una vela a Dios y otra al diablo, por si cambian los aires políticos en 2022.
Andrea Orcel, el indemnizado
El juicio del año ha sido el que ha enfrentado al Banco Santander y al banquero italiano por la marcha atrás en su fichaje como consejero delegado en 2018. La propia Ana Botín tuvo que declarar en los juzgados de Plaza de Castilla entre los delincuentes habituales y, al final, Orcel salió victorioso y obtuvo la mayor indemnización por despido de la historia: 68 millones (que se han quedado en 62 por un error de su abogado). El juez consideró que la carta oferta oferta que firmaron tenía valor contractual y que Orcel no incumplió las condiciones que establecía para su incorporación. La sentencia incluye 10 millones por daños morales por la «considerable frustración, desasosiego, incertidumbre y un cierto descrédito» que, según el juez, sufrió el ex de Merrill Lynch y UBS, y mano derecha de Emilio Botín en sus míticas operaciones corporativas. Esa fue la razón por la que su hija le fichó, algo de lo que nunca se arrepentirá lo suficiente.
Jaime Botín, el condenado
Otros banqueros no han tenido tanta suerte como Orcel. Es el caso de Jaime Botín, hermano de Emilio, tío de Ana y máximo accionista de Bankinter. Fue condenado en 2020 a tres años de prisión por el contrabando de un Picasso (que intentó sacar de estrangis de España para venderlo sin permiso), pero se ha librado de entrar en la cárcel por padecer una enfermedad incurable. Con tanto desasosiego, ha decidido vender su 23% en el banco, para lo que ha entablado contactos con Santander (y hay otros interesados, como Abanca). El futuro de esa participación será otra de las grandes historias de 2022.
Pepe Hidalgo, el repudiado
El gran culebrón de 2021 ha sido la fusión de Iberia y Air Europa. La aerolínea del grupo IAG se fue echando atrás progresivamente ante el deterioro de la de Globalia por la prolongación de la pandemia y su impacto en el turismo. Y, al final, decidió romper la baraja porque Bruselas no iba a aprobar la operación en las condiciones que quería Iberia. Ha dejado una puerta abierta a negociar una nueva fusión hasta el 31 de enero, pero exige que el Gobierno reduzca la deuda de la empresa que preside Pepe Hidalgo, que asciende a 800 euros. Algo que se antoja muy complicado porque la SEPI tendría que transformar deuda en capital, pero el Ejecutivo está decidido a salvarla como sea. Otra de las historias para un trepidante inicio de año.
Fernando Abril-Martorell, el defenestrado
Ha sido uno de los grandes perdedores del año. El Gobierno decidió cargarse al presidente de Indra y ex de Telefónica para tener un mayor control político de la estratégica empresa de defensa y tecnología. Y para que quedara bien claro, lo sustituyó por un PSC pata negra, Marc Murtra. La exusa fue la negativa del directivo a participar en la venta de ITP, que acabó en un consorcio en el que la indispensable pata española la puso la guipuzcoana SAPA de Jokin Aperribay (presidente de la Real Sociedad)… que acaba de comprar el 5% de Indra a la familia March. ¿Se cierra el círculo? En todo caso, los banqueros mallorquines no le ven más recorrido a Indra tras este golpe de Estado.
Ismael Clemente, el sitiado
La última gran historia empresarial de 2021 ha sido el intento de descabalgar a Clemente de Merlin, la empresa que fundó y que se ha convertido en la mayor inmobiliaria cotizada de España, por parte del Santander. De momento, ha resistido el primer embate, pero la guerra se anuncia larga porque el banco está decidido a sustituirle. Los motivos oficiales, la forma personalista de gestionar la empresa y sus altos emolumentos (9 millones en 2019 y 4,5 en 2020). Pero además, está la intención de la entidad de convertir a Merlin en su inmobiliaria para dar salida a sus activos, incluidos los que tiene en el purgatorio de Quasar junto con Blackstone. La solución, en 2022.